Todos hemos escuchado en más de una ocasión el término IRPF, igual que IVA. Ambos conceptos nos resultan más que familiares. Desde que somos adolescentes, si no antes, nos percatamos de que todos los años hay que tributar a hacienda, pero ¿sabemos realmente de que va la historia? Vemos a nuestros padres recopilando datos, haciendo cuentas o contactando con algún gestor o el mismo banco. Al menos así era hace unos lustros. Luego llegó el programa padre y el uso del ordenador, parecía simplificar esa tarea.
Actualmente, hacer la declaración de la renta puede resultar tan simple como complicado. Todo depende de lo que haya que declarar. Pero claro, esto son términos y conceptos que por lo general, conocemos pero no llegamos a entender. Incluso haciendo la declaración de la renta una vez al año religiosamente, es muy fácil que, ante la pregunta sobre lo que se paga, nadie sepa contestar con claridad. Lo cierto es que en muchos casos, no se procede a un pago, al contrario, se recibe una devolución.
Bueno que esto se está convirtiendo en un batiburrillo sin mucha razón de ser. Por lo que vamos a tratar de ofrecer una explicación más sencilla y concreta que arroje luz, en esas tinieblas de las arcas nacionales. Aunque hemos mencionado el IVA, como ejemplo, vamos a centrarnos en el IRPF o Impuesto de la Renta sobre las Personas Físicas. El IVA es el impuesto que vive de forma perenne en nuestra lista de la compra o cualquier tipo de gasto que tengamos. Ese impuesto va directamente al estado, una vez se realizan los pagos de impuestos trimestrales por parte de las empresas. Pero eso, es otra historia.
Pieza clave del sistema tributario español
A grandes rasgos y según los expertos en la asesoría sobre impuestos, de Coma & Roig Assesors, el IRPF se considera una de las piezas elementales y básicas de nuestro sistema tributario. Comprende cómo funciona este tipo de impuesto, resulta ser una obligación cívica para todos. Ni que decir tiene que cumplir con ello es todavía más obligatorio y necesario. En palabras llanas, se trata de un impuesto, o con otras palabras, una prestación económica que el Estado exige a sus ciudadanos, sin ofrecer nada a cambio. Los ciudadanos estamos obligados por ley a pagar el IRPF, sin que exista derecho a percibir nada a cambio. Por lo tanto, tener conocimiento de las obligaciones fiscales, planificar su cumplimiento y cumplir con los pagos, es esencial para mantener una economía saludable. Esto atañe tanto a las familias como a las empresas. Nada ni nadie escapa al IRPF.
Muchos se preguntarán cual es la finalidad de este impuesto, pues no es otra que responder al principio establecido en la Constitución Española. Dicho principio señala que todos los españoles deben contribuir a sostener los gastos públicos. En tanto que por otro lado, procura beneficiar o favorecer a aquellas personas que se encuentren en situación precaria. De esta manera se pretende conseguir una economía eficiente que promueva o castigue fiscalmente cierto tipo de actividades. Esta premisa no queda exenta de que un impuesto de esta categoría contribuya a estabilizar la economía. Existen economistas que los defienden, en tanto que otros, son escépticos y lo cuestionan.
A favor o en contra, la cuestión es que el IRPF existe y hay que cumplir con sus obligaciones. Por lo que no está de más, saber que grava este impuesto. Por lo tanto, diremos que el IRPF, grava la renta del ejercicio y la renta, cuenta con varios elementos. Por un lado, tenemos los rendimientos de trabajo, es decir, los salarios y rentas como las pensiones. Por otro lado, encontramos los rendimientos del capital, es decir, los procedentes de los inmuebles y ahorros. Además, están los rendimientos de actividades económicas, se gravan las ganancias menos las pérdidas que se producen en el patrimonio personal y, en según qué casos, la ley imputa la existencia de una renta en el ejercicio.
Este tributo o impuesto, lo pagan las personas físicas. Lo que viene siendo los ciudadanos residentes en España. Se considera como tal a quien vive en el país durante la mayor parte del tiempo, independientemente de su origen o nacionalidad. De tal manera que las personas de nacionalidad española que residen en otro país, salvo excepciones como los diplomáticos, no tienen que pagar el IRPF. Así como los extranjeros residentes en España, si deben cumplir con el pago, aunque carezcan de nacionalidad.
Como se hace la declaración
Tienes dos opciones para presentar la declaración de la renta: puedes hacerla por ti mismo o misma o, puedes pedir que te la haga un gestor. En cualquier caso, por lo general, se estima de forma directa con la ayuda de los documentos necesarios. Nominas o contabilidad de los negocios llevada conforme a la ley, información fiscal remitida por los Bancos sobre las rentas de productos financieros… Aunque la estimación de rentas que producen algunos tipos de negocio, se llevan a cabo mediante un cálculo estimado en función de las características objetivas de dichos negocios.
Una duda frecuente es la que se plantea respecto a si grava toda la renta. Es decir todo el patrimonio en bruto. Por suerte no es necesario. La renta se grava una vez se deducen los gastos que la generan. Por ejemplo, pondremos las cotizaciones a la Seguridad Social, estas cotizaciones son necesarias para obtener el salario, lo que las eximen de ser gravadas. Lo mismo sucede con algunas de las comisiones que se tienen que pagar en relación con los ahorros.
Por otro lado, no toda la renta que se grava en la declaración del IRPF debe ser obtenida en dinero. Es posible obtener rentas en especie que gravan igual. Como el caso de una empresa que pague a sus empleados con bienes o prestando servicios concretos a sus trabajadores, en lugar de dinero. Esta renta, igualmente estará sujeta a IRPF.
Del mismo modo existen rentas que no están sujetas a este impuesto, quedando exentas. En este caso se trata de supuestos en los cuales están sujetas a otros impuestos o, la ley establece que se declaren en otro momento diferente al momento de su obtención. También puede ser que la ley favorezca a aquellas personas que obtienen ese tipo de rentas por causa justificada.
Debemos saber que el IRPF no se paga por igual en cualquier situación. Al contrario, se trata de un impuesto adaptativo que pretende adaptarse a las circunstancias personales y familiares de las personas. El objetivo del IRPF es tratar igual a personas en la misma situación, pero de diferente manera cuando se trata de personas con diferentes circunstancias. Por lo que existen desgravaciones para personas mayores, discapacitados, familias con hijos…
Tampoco se paga el mismo porcentaje sobre todas las rentas obtenidas. Existe una renta del ahorro que tributa a menor porcentaje. Esta renta la constituyen la mayoría de los rendimientos que se obtienen a consecuencia de los ahorros, con excepciones como las obtenidas por un inmueble. Al mismo tiempo, forman parte de la renta del ahorro las procedentes de ganancias en el valor del patrimonio. Es decir, al comprar unas acciones y venderlas por un precio mayor, la ganancia se convierte en parte de la renta de ahorro. El resto de la renta, tributa por los tipos generales.
Por lo que toda aquella renta que no forme parte de la renta del ahorro mencionada, se considera como renta general y tributa conforme a una escala. Dicha escala determina que aquellos con mayor renta, pagan más impuestos y, lo hacen por dos razones. La primera porque declaran más renta. La segunda, porque se trata de un impuesto progresivo, lo que implica que el porcentaje de renta que hay que pagar por el IRPF, aumenta en medida que aumenta la renta.
En definitiva, la declaración de la renta, se hace porque supone tres aspectos fundamentales. Por un lado, se declara en conformidad de diversos hechos y circunstancias relacionadas con el impuesto. Por otro, al presentar la declaración se valoran las consecuencias jurídicas que, según las normas, deben tener dichos hechos y circunstancias. Es decir, la declaración de la reta, implica un interpretación de las normas. En tercera instancia, hay que hacer una serie de operaciones matemáticas con la finalidad de saber la cantidad que hay que ingresar en las arcas del estado, o comprobar si cabe devolución.
Como todos sabemos, tras hacer la declaración hay que realizar el pago correspondiente. No obstante, con objeto de no pagar todo de una vez si la cantidad es muy elevada, las normas exigen a los pagadores que les sean retenidas determinadas cantidades a cuenta del IRPF correspondiente. En el caso de que se trate de personas que realizan actividades económicas, pagan la renta de forma fraccionada y, una vez realizada la declaración, puede darse el caso de que la retención ha sido mayor a la que corresponde pagar, por lo que se produce el derecho a que hacienda devuelva ese excedente.
En resumen, hacienda somos todos aunque no queramos formar parte de la entidad. Al menos ahora ya sabemos con mayor claridad en que consiste y porque existe.