Hay experiencias en la vida que hay que vivir alguna vez. Son de esas cosas que dan luego para escribir un libro o al menos para hacer un buen monólogo de anécdotas y batallitas. Son esas cosas de la vida que te hacen verla de otra manera, que te abren la mente y que te sirve para enriquecerte. O lo que llaman ahora experiencias para salir de nuestra zona de confort. Y creo que la de realizar un intercambio escolar es una de ellas. Son esas de esas cosas que quedan marcadas y que te sirven para crecer como persona.
Lo de irte a otro país a estudiar durante un tiempo se lleva haciendo desde hace muchos años. Es cierto que ahora los tiempos han cambiado y cualquier joven puede viajar un fin de semana a Italia, Francia o Reino Unido porque hay medios de transportes posibles y porque las economías de los padres han cambiado. Pero es cierto que hace muchos años, lo que un hijo viajara era casi territorio absoluto dedicado para los jóvenes que han decidido hacer un intercambio escolar o universitario. Por eso, esas historias tienen mucho valor.
En este caso, me gustaría contar la historia de Lucas allá por 2018, cuando todavía no habíamos vivido la pandemia y el mundo era un poco más feliz. Pues bien, Lucas era un estudiante brasileño de 17 años, que, como muchos en su país, decidió embarcarse en la aventura de un intercambio académico en España.
Su llegada, pues como suele ser habitual, fue con muchas expectativas y nerviosismo, pero estaba ansioso por sumergirse en una nueva cultura y mejorar su español. Desde el primer día yo le dije que uno de los problemas que tenemos las personas es que ponemos las expectativas muy altas, por eso le dije que disfrutara del momento, un carpe diem, una expresión que le hizo mucha gracia, pero sin ponerse el listón alto.
Los comienzos
Como en todas las cosas, los comienzos fueron duros. Desde el primer día, notó muchas diferencias entre Brasil y España. Y es que aunque seamos dos países casi hermanos, pues oye, la diferencia es grande. Por ejemplo, si es verdad que la organización y puntualidad de los españoles le sorprendieron, ya que en su país solía haber un concepto más relajado del tiempo. Quizás por eso de la temperatura, o porque los brasileños son de otra forma de ser. Algo que nos viene marcado por los múltiples futbolistas que han pasado por nuestro país, como Ronaldo o Romario, que nos dejaron marcados por su forma de entender la vida.
También quedó impactado por la arquitectura antigua de las ciudades españolas, tan diferente a la modernidad de las ciudades brasileñas. Y es que claro, España tiene muchos más años que su país. Luego es cierto que se quedaba prendado de los pequeños detalles. Como curiosidad, os diré que se quedó fascinado cuando en la universidad comprobó las taquillas donde los estudiantes meten su mochila o el material escolar. Es cierto que en España han evolucionado mucho, y algunas como por ejemplo las que fabrica Taquicel, tienen hasta toma de electricidad para poder cargar los dispositivos electrónicos. Por eso, es algo que le llamó la atención desde el primer día. Pequeños detalles que le llamaron la atención.
La gastronomía
Durante su estancia aquí, y como no podía ser de otra manera, Lucas se sorprendió con la comida española. Fue la primera vez que comió la paella, la auténtica de Valencia, el jamón ibérico, las tapas, y se enamoró de la rica gastronomía del país. No es el primero que lo hace. Además, disfrutó a lo grande de la vida nocturna que tiene este país. Y por supuesto de las fiestas populares, ya que le llevé a las fiestas del pueblo, y disfrutó de lo lindo bailando el Paquito Chocolatero.
Pero lo que más le llamó la atención fue la amabilidad y cercanía de los españoles, y es que hay que reconocer que cuando nos ponemos a ello, somos los más majetes y los mejores anfitriones. Los españoles somos muy acogedores y ayudamos a todo a el mundo que venga a nuestro país para querer integrarse y empaparse de nuestra cultura.
Al final de su intercambio, Lucas regresó a Brasil con un montón de recuerdos y experiencias inolvidables. Yo se lo notaba en la cara. Aprendió mucho sobre la cultura española, mejoró su español y se llevó consigo la hospitalidad de los españoles en su corazón. Es cierto que en muchos momentos extrañaba su país, pero finalmente acabó por entender al español. Hasta el punto de que ha dicho que para el año que viene volverá.