Las carillas dentales son versátiles y efectivas.

Carillas dentales

Quizás no sean el tratamiento más popular entre aquellos que se suelen realizar en las clínicas dentales. Pero sí es uno de los más prácticos y de los más efectivos. Con estos apósitos se pueden restaurar dientes que presentan fisuras o anomalías estéticas en nuestra boca. Son, por tanto, un tratamiento restaurador y al mismo tiempo un recurso de estética dental. Utilizándose indistintamente tanto para un fin como para el otro. En este artículo te hablamos de lo más importante que debes conocer sobre las carillas dentales.

Es impresionante la cantidad de famosos que llevan carillas dentales: Tom Cruise, Cristiano Ronaldo, David Beckham, Penélope Cruz, Nicole Kidman, el cantante Luis Miguel… La mayoría de ellos lo hacen por razones estéticas. Las carillas permiten uniformar la sonrisa. Sin embargo, como hemos dicho antes, también tiene un efecto restaurador. Refuerzan y restauran los dientes originales.

La revista Gaceta Dental señala que en teoría cualquier persona se puede colocar carillas dentales. Si bien, antes de ponérselas debe someterse a una revisión dental. En personas que tienen una periodontitis avanzada, con riesgo de perder el diente natural, no vale la pena someterse a este tratamiento.

Los odontólogos de Cio Arturo Soria, una clínica dental con más de 20 años de experiencia, que trabaja en la zona norte de la ciudad de Madrid, señalan que se han desarrollado nuevas técnicas durante los últimos años en la colocación de carillas dentales. Gracias a las cuales se obtienen resultados más duraderos y con una apariencia más natural. Estos especialistas afirman que las carillas son útiles para obtener una sonrisa sana, a la par que luminosa y atractiva.

Pasamos a ver más en profundidad qué son las carillas y sus diferentes aplicaciones.

¿Qué son las carillas dentales?

Las carillas dentales son finas láminas que se adhieren a la parte frontal de los dientes. Se trata de uno de los tratamientos menos invasivos que se utilizan en odontología, ya que preservan gran parte del diente original sin apenas erosionarlo.

El procedimiento para colocarlas comienza con una evaluación clínica en la que el especialista estudia el estado de la boca y planifica el tratamiento. Después se prepara mínimamente la superficie del diente, en ocasiones con un ligero desgaste del esmalte para favorecer la adhesión de la carilla. Posteriormente, se escanean los dientes para diseñar las carillas a medida. Una vez fabricadas, se fijan con cementos dentales especiales que aseguran una unión sólida y duradera entre la carilla y el diente. El proceso es rápido y generalmente indoloro, aunque puede requerir varias sesiones para ajustarlas.

Antes de someterse al paciente a este tratamiento conviene tener en cuenta ciertas precauciones. Es fundamental que la boca esté en buen estado, sin caries, problemas de encías, ni desgastes severos que puedan comprometer el resultado final. En algunos pacientes puede ser necesario realizar tratamientos previos para asegurar una base saludable sobre la que colocar las carillas.

Además, el especialista valorará la mordida y los hábitos del paciente, ya que quienes padecen bruxismo, por ejemplo, requieren medidas adicionales para proteger las carillas.

En cuanto al mantenimiento, las carillas no requieren cuidados complicados. Lo que sí debe hacer el paciente, es practicar una higiene bucal rigurosa. Cepillándose los dientes después de cada comida. También deberán evitar malos hábitos como morder objetos duros o abusar de bebidas como el café o el vino tinto que puedan alterar el color de la carilla con el tiempo.

Las revisiones periódicas con el odontólogo son la clave para garantizar que las carillas duren. Siguiendo sus instrucciones, estos apósitos pueden durar durante muchos años.

Tipos de carillas.

Las carillas dentales no son todas iguales. Como describe la revista Top Doctors estas pueden ser de porcelana o de composite. Pasamos a describirte cuáles son sus características, ventajas y limitaciones de cada una de ellas.

  • Carillas de porcelana. Las carillas de porcelana se fabrican de manera personalizada en materiales como la porcelana, el zirconio o el disilicato de litio. Destacan por su resistencia y durabilidad, además de por ofrecer un acabado más natural. Su vida útil suele alcanzar los 15 años si se cuidan adecuadamente. Se utilizan con frecuencia para modificar el tamaño de un diente, reparar fracturas, corregir desviaciones o cubrir manchas profundas que no desaparecen con otros tratamientos. Para su elaboración, se utiliza la tecnología CAD/CAM (Diseño y fabricación asistida por ordenador). Se fabrican en un laboratorio protésico dental por encargo de la clínica. Una vez listas, el odontólogo prepara el diente mediante un ligero pulido del esmalte para que la carilla quede integrada en el diente original sin sobresalir. Se adhieren al diente con un cemento especial. Aunque son muy resistentes, no conviene morder alimentos duros como cáscaras o huesos. En caso de que se rompan, tienen difícil reparación. Por lo que habría que colocar unas nuevas.
  • Carillas de composite. Las carillas de composite, por su parte, están elaboradas con una resina especial que el odontólogo aplica directamente sobre la superficie del diente. Una de sus ventajas es que se pueden colocar en una sola sesión, lo que las convierte en una opción rápida y más económica que las carillas de porcelana. Además, permiten ajustar el color en el momento de la aplicación para igualarlo al resto de la dentadura. Se emplean para corregir pequeñas imperfecciones estéticas. Su resistencia es menor, con una duración estimada de entre 5 y 10 años. También son más sensibles a manchas causadas por la ingesta de bebidas como el café, el té o el vino.

Aplicaciones estéticas.

Las carillas dentales cumplen un papel destacado en la estética dental. Muchas personas recurren a ellas para mejorar la armonía de su sonrisa y corregir imperfecciones que, aunque no suponen un problema médico, sí influyen en la apariencia general de la dentadura.

Una de las aplicaciones más habituales es la mejora de la forma de los dientes. Hay personas que, de manera natural, presentan diferencias de tamaño o proporción poco equilibradas entre unas piezas dentales y otras. Estos desajustes no afectan a la función masticatoria, pero sí alteran la estética general de la dentadura. También sucede que antiguos empastes terminan desgastándose con los años y generan formas irregulares. En ambos casos, las carillas permiten moldear la pieza afectada para devolverle una apariencia uniforme a la sonrisa.

Otra aplicación estética frecuente es el blanqueamiento en dientes muy oscurecidos. Aunque los tratamientos de blanqueamiento dental ofrecen buenos resultados, hay manchas que resultan imposibles de eliminar, como las producidas por la fluorosis, ciertos medicamentos o enfermedades congénitas. El tabaco, el café, el té negro y el vino tinto también dejan huellas difíciles de borrar. En estas situaciones, las carillas funcionan como una especie de “máscara estética”,  que cubren la superficie visible del diente, proporcionando un tono homogéneo que devuelve la luminosidad a la sonrisa.

Los diastemas, esos espacios visibles entre los dientes, sobre todo entre los incisivos superiores, también pueden corregirse con las carillas. Aunque no generan problemas de salud bucodental, sí condicionan la estética. Las carillas logran cerrar esos huecos de manera sencilla y rápida, sin necesidad de recurrir a largos tratamientos de ortodoncia, que en ocasiones no son capaces de solventar por completo el problema.

Aplicaciones restauradoras.

Además de su valor estético, las carillas dentales se utilizan con fines restauradores. Es decir, para recuperar la función y proteger dientes dañados por distintos factores.

Uno de los usos más frecuentes es la restauración de dientes desgastados. El bruxismo, el hábito inconsciente de apretar o rechinar los dientes, es una de las principales causas de desgaste irregular de los dientes. Al que se suman costumbres como morder objetos duros o el simple paso del tiempo. Este deterioro no solo afecta a la apariencia, también provoca sensibilidad dental y, en ocasiones, pequeñas heridas en lengua y encías debido a la formación de bordes puntiagudos. Colocar carillas en estos casos devuelve la forma original de los dientes y, al mismo tiempo, actúa como barrera protectora frente a un mayor desgaste.

Otra situación en la que las carillas resultan de gran utilidad es la reparación de fracturas y fisuras. Un golpe fuerte puede provocar grietas invisibles a simple vista, pero que comprometen la salud del diente con el tiempo. El material adhesivo utilizado para fijar la carilla sella estas pequeñas fisuras, evitando que se abran, mientras que la lámina de la carilla refuerza la estructura dental. De esta manera, se preserva el diente natural a la vez que se recupera su función y su resistencia.

Gracias a estas aplicaciones, las carillas dentales se han consolidado como un tratamiento versátil, capaz de ofrecer tanto soluciones estéticas como restauradoras. Su colocación no solo transforma la sonrisa, sino que también contribuye a la salud y a la durabilidad de los dientes, siempre que se acompañe de buenos hábitos de higiene y revisiones periódicas en la clínica dental.

Las carillas dentales se utilizan también como una operación complementaria en tratamientos más complejos que implican una remodelación completa de la dentadura. Como el diseño de sonrisa. En el que se trasforma la apariencia de la boca apoyándose en simulaciones digitales.

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