Los últimos avances previenen la infección en los implantes dentales.

Inspección dental

Colocarse un implante dental no está exento de poder sufrir una infección. La placa bacteriana puede penetrar dentro de la encía, por la incisión abierta durante la operación y concentrarse alrededor del implante, infectando la zona. Esta situación obliga, en ocasiones, a retirar el implante dental. Hoy, con los nuevos avances médicos aplicados a la odontología, este riesgo se reduce al mínimo.

Cuando publicamos artículos sobre salud en esta revista digital, procuramos ser rigurosos y no despertar una alarma y un pánico en el lector que son, a todas luces, innecesarios. Hoy, la colocación de implantes es uno de los tratamientos más seguros, y con más probabilidades de éxito, de la salud dental. Esto no evita que exista un riesgo, aunque sea pequeño, de sufrir una infección. Una posibilidad, que por remota que parezca, debe conocer el paciente que se somete a este tratamiento.

La periodontitis, una enfermedad de las encías, por la cual, la placa bacteriana penetra dentro de la boca, formando bolsas que erosionan la parte sumergida del diente, el hueso alveolar que sujeta la raíz e infecta los tejidos blandos, es la causa principal de pérdida de piezas dentales en adultos.

Esto significa que al colocarnos un implante, puede ser que en el interior de la encía ya tengamos una alta concentración de bacterias. Esta debe ser una condición que el especialista ha de valorar antes de proceder a la operación.

En algunos casos, antes de colocar el implante, se limpia y sanea la zona e, incluso, se efectúa alguna regeneración ósea para que exista una mayor superficie de hueso donde el implante pueda integrarse.

En otros casos, es la propia herida que se ha abierto para colocar el implante, la cual se encuentra en proceso de cicatrización, la que facilita la entrada de bacterias en el interior de la encía.

En ambas situaciones existe peligro de infección. Un peligro que se trata y se evita con las innovaciones tecnológicas que pasamos a comentarte.

La periimplantitis.

La perimplantitis es la infección de los tejidos blandos alrededor de un implante. Los odontólogos de Clínica Smile me, una clínica dental ubicada en el Centro Comercial Moraleja Green de Alcobendas, caracterizada por el uso de nuevas tecnologías en sus tratamientos dentales, señalan en el blog de su página web que la periimplantitis es una enfermedad inflamatoria que afecta a los tejidos que rodean un implante dental. Se caracteriza por la pérdida progresiva del hueso que lo sostiene, como consecuencia de una infección bacteriana.

Cuando se coloca un implante dental, es necesario abrir un pequeño acceso en la encía. Esa hendidura puede convertirse en una puerta de entrada para las bacterias presentes de manera habitual en la boca. Una vez que se adhieren al implante, estas bacterias comienzan a dañar tanto la mucosa que lo rodea como el hueso alveolar, el cual es fundamental para que se produzca la osteointegración. La unión molecular del implante con el hueso.

La periimplantitis guarda una estrecha relación con la periodontitis, ya que ambas afectan a los tejidos que rodean y sujetan los dientes. La diferencia es que, en lugar de actuar sobre la raíz del diente natural, la periimplantitis se centra en la zona que está alrededor del implante. Los síntomas son claros: inflamación, sangrado frecuente al cepillarse, presencia de pus en la unión entre la encía y el implante e incluso la formación de abscesos dolorosos. También pueden presentarse mal aliento persistente, retracción de las encías y molestias al morder o masticar. Con el tiempo, si no se trata, el implante puede comenzar a moverse y, en los casos más graves, llegar a desprenderse.

Existen factores que incrementan el riesgo de padecer esta infección. La falta de una higiene oral adecuada es la causa más habitual, pero también influyen el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol o enfermedades crónicas como la diabetes. Incluso el bruxismo, el hábito involuntario de apretar los dientes, puede agravar la situación y favorecer la pérdida de tejido óseo alrededor del implante.

La buena noticia es que la periimplantitis se puede prevenir. Revisiones periódicas, una higiene rigurosa y seguir las indicaciones del dentista son claves para conservar los implantes en perfecto estado durante un largo plazo.

Los implantes de circonio previenen la periimplantitis.

Esta es una innovación que se ha dado en la implantología, la rama de la odontología dedicada a la colocación de implantes, que hace referencia al uso de nuevos materiales. Se trata de sustituir los tradicionales implantes de titanio, un metal bio-compatible con el cuerpo humano, por el zirconio, un mineral cerámico ampliamente usado en otras aplicaciones dentales.

Los implantes dentales requieren de materiales que no solo garanticen una buena integración con el hueso, sino que también favorezcan la higiene a largo plazo. En este sentido, los implantes de circonio han ganado protagonismo porque su superficie resulta poco propicia para que la placa bacteriana se adhiera a ellos. Esto significa que, además de mantenerse más limpios, ofrecen una sujeción firme al fusionarse con el hueso alveolar, creando una estructura sólida y estable. La menor presencia de bacterias alrededor del implante disminuye el riesgo de que los tejidos se vean dañados y, en consecuencia, de que el implante pierda fijación o llegue a desprenderse al masticar.

Aunque el titanio se ha consolidado como el material más utilizado por su excelente capacidad de integración con la estructura ósea maxilofacial, el circonio ha supuesto un avance relevante al combinar esa misma capacidad de integración con las propiedades higiénicas de la cerámica. Esto lo convierte en una opción valiosa en implantología, ya que ayuda a reducir complicaciones postoperatorias, especialmente las infecciones que pueden aparecer tras la colocación del implante.

En este contexto, los implantes de circonio destacan por su capacidad de dificultar la acumulación de placa bacteriana en la superficie. No eliminan por completo el riesgo, pero sí reducen de forma significativa las probabilidades de desarrollar periimplantitis frente a los implantes de titanio. Por ello, se consideran una alternativa eficaz para pacientes con predisposición a infecciones o que desean aumentar la durabilidad de su tratamiento. La elección de un material como el circonio, sumada a una correcta higiene dental y a revisiones periódicas, se convierte en una herramienta clave para conservar la salud bucal y garantizar el éxito del implante a largo plazo.

La revista científica CMLD señala que el desarrollo de los implantes de zirconio no ha sido una tarea fácil. Es fruto de un proceso de investigación de varias décadas basadas en investigar las características de este material y en diferenciarlo de los implantes de titanio. Lo que ha llevado a la conclusión de que los implantes de circonio no son una réplica en otro material, de los implantes tradicionales.

La regeneración ósea para tratar los casos más complicados.

En los casos de periimplantitis más graves, se suele proceder a intervenciones quirúrgicas en las que se limpia la zona infectada y, con frecuencia, se aplican técnicas de regeneración ósea para que el implante tenga una mayor superficie en la que asentarse y, desde luego, para evitar la retirada del implante colocado.

La web de divulgación médica Top Doctors dedica un artículo a remarcar la importancia de la regeneración ósea en la odontología actual. El texto señala que la regeneración ósea es fundamental para garantizar el éxito de los implantes a largo plazo.

Cuando las bacterias penetran dentro de la encía, bien por una periimplantitis o bien por una periodontitis previa, es normal que desgasten el hueso alveolar. Haciendo que el implante disponga de menos superficie ósea para efectuar la osteointegración.

En los casos de periimplantitis, la regeneración ósea se orienta a aumentar el volumen de tejido óseo en posición horizontal. Facilitando que el implante esté mejor protegido.

Los dos tipos de materiales más utilizados en la regeneración ósea son los Xenoinjertos y los Aloinjertos.

Los Aloinjertos son injertos de origen humano. En ocasiones, de huesos antólogos del propio paciente. Los Xenoinjertos, en cambio, son injertos de otras especies animales. Principalmente, cerdos y vacas.

Es importante comprender que el injerto no es un suplemento de hueso, sino un material que al entrar en contacto con la estructura ósea del paciente va a provocar que las células osteocíticas, las encargadas de formar tejido óseo, migren del injerto a la boca del paciente (a su estructura máxilo-facial) fomentando la aparición de hueso nuevo. Esta técnica lo que hacer es estabilizar la zona dañada y reactivarla, fomentando la actividad regenerativa y creando hueso joven y sano, donde será más fácil que el implante se integre, incluso después de haber sufrido una infección.

Estas técnicas innovadoras se aplican en casos de alta complejidad y son realizadas por personal capacitado, cosechando una alta tasa de éxito.

La regeneración ósea también implica un cierto compromiso por parte del paciente. Una vez realizada la operación deberá seguir una serie de instrucciones y cuidados postoperatorios, como la toma de antibióticos, antiinflamatorios, enjuagues bucales y geles de clorhexidina recetados por el dentista.

Estas técnicas novedosas de las que hemos venido hablando tratan y reducen en gran medida la posibilidad de infección tras la colocación de un implante.

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