El problema del alquiler en las ciudades turísticas

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Si vives en una de las cientos de ciudades turísticas que existen, seguro que esta historia te suena. Llevas toda la vida en el mismo barrio, en la misma casa de alquiler, pagando religiosamente cada mes. Pero un día el dueño te dice que tienes que irte. No es que haya dejado de gustarle tu dinero, ni siquiera es que hayas dejado de pagar porque te hayan echado del trabajo… es que ha descubierto que puede ganar mucho más alquilándola a turistas por semanas o, incluso, por días.

Esto está pasando en todas partes, pero, por ponerte un ejemplo, en Cádiz -mi ciudad- la situación es insostenible. Los gaditanos están siendo expulsados de sus propias casas porque un turista con maleta en mano deja más beneficio que un vecino con nómina. Y, claro, cuando se multiplica el número de pisos turísticos, suben los precios del alquiler, y encontrar una vivienda digna a un precio razonable se convierte en misión imposible.

¿Quién puede pagar 900 o 1.200 euros al mes por un piso que hace unos años costaba 500? ¿Cómo compites contra un sector que mueve millones y que, encima, tiene leyes a su favor? Porque aquí está el problema: la falta de regulación. Mientras en otras ciudades se han impuesto límites, en Cádiz los alquileres turísticos siguen disparándose sin control.

No hay una solución mágica, pero hay cosas que se pueden hacer: regular las licencias, fomentar el alquiler residencial, imponer impuestos a los pisos turísticos… Lo que está claro es que, si no se pone freno, muchas ciudades del mundo corren el riesgo de convertirse en un parque temático donde sus habitantes sean solo figurantes.

 

El negocio del turismo por encima del derecho a la vivienda

Lo que estamos viendo en ciudades como Cádiz, Barcelona o Palma no es solo una crisis inmobiliaria, sino una batalla entre dos modelos de ciudad: una donde la vivienda es un derecho y otra donde es un negocio. Y, de momento, el dinero va ganando.

Los propietarios no están actuando por maldad, sino porque el sistema les incentiva a hacerlo. No hay leyes claras que prioricen el alquiler residencial, ni impuestos que desincentiven el turismo masivo en zonas residenciales. Mientras tanto, el precio del alquiler sigue subiendo y la clase media desaparece de los centros urbanos.

Lo peor es que el problema no es solo económico, sino también social. ¿Qué tipo de ciudad queremos? ¿Una llena de turistas de paso o una con vecinos que construyan comunidad?

Si no se toman medidas urgentes, el modelo de “ciudad hotel” acabará destruyendo la esencia de los barrios.

 

Precios imposibles para los locales

Hace unos años, encontrar un alquiler asequible en una ciudad turística ya era complicado, pero ahora es una misión imposible. En Cádiz, por ejemplo, el precio medio de un alquiler ha subido tanto que muchas familias simplemente no pueden pagarlo. Lo mismo pasa en otras ciudades con un alto volumen de turismo: Barcelona, Palma, Sevilla, Valencia… Y no hablemos de las islas, donde la situación es dramática.

El motivo principal es el alquiler vacacional. Plataformas como Airbnb han convertido las viviendas en hoteles encubiertos. Un propietario que antes alquilaba su piso por 600 o 700 euros al mes ahora lo pone en Airbnb y gana 100 euros por noche. ¡Haced las cuentas! Es más dinero en menos tiempo y sin los «problemas» de un inquilino estable.

El resultado: cada vez hay menos pisos disponibles para alquilar a largo plazo y los que quedan han subido los precios de manera brutal.

 

«Tienes que irte en verano»

Otro problema es que algunos caseros han encontrado un truco para ganar más dinero sin perder un inquilino fijo: el contrato temporal. En muchas ciudades turísticas se están haciendo contratos de 10 meses, de septiembre a junio. ¿Por qué? Porque en verano los alquileres se disparan.

Esto significa que, si vives en una de estas ciudades, te puedes encontrar con que te echan de tu propia casa cada verano. Da igual si trabajas aquí, si tienes hijos en el colegio o si toda tu vida está en la ciudad. En junio te tienes que ir porque el piso lo quieren alquilar a los turistas por el triple de precio.

Es un problema que afecta a estudiantes, a trabajadores y a familias enteras. Y cada vez más propietarios se están sumando a esta práctica.

 

Ciudades convertidas en parques temáticos

Las ciudades turísticas están dejando de ser lugares donde la gente vive para convertirse en decorados para los turistas. En el centro de Cádiz, por ejemplo, cada vez hay más apartamentos turísticos y menos vecinos.

Los barrios pierden su vida, los negocios locales desaparecen y todo se convierte en un escenario para el turismo. Tiendas de toda la vida son sustituidas por franquicias y tiendas de souvenirs. Los bares y restaurantes ya no piensan en los vecinos, sino en los visitantes de paso.

Y lo peor es que esto afecta también a la calidad de vida. Porque vivir rodeado de apartamentos turísticos significa lidiar con fiestas hasta las tantas, ruidos constantes y una sensación de que tu barrio ya no es tuyo.

 

Los gobiernos no hacen nada

Uno de los grandes problemas es que no hay una regulación clara ni efectiva. En algunas ciudades han intentado poner límites a los alquileres vacacionales, pero las medidas suelen ser insuficientes o fáciles de esquivar.

Por ejemplo, en Cádiz se han planteado restricciones, pero la realidad es que la mayoría de los pisos turísticos siguen operando sin problemas. En otras ciudades, se han limitado las licencias para nuevos apartamentos turísticos, pero los que ya existían siguen funcionando sin restricciones.

El problema es que hay muchos intereses económicos en juego. El turismo deja dinero, mucho dinero, y nadie quiere ser el político que «espante» a los turistas. Pero, ¿a qué precio? Porque si seguimos así, dentro de unos años no quedarán residentes en el centro de muchas ciudades.

 

Promesas vacías y medidas ineficaces

Cada vez que el problema del alquiler se vuelve insostenible, los políticos anuncian regulaciones, estudios y planes. Pero la realidad es que la mayoría de estas medidas son insuficientes o directamente papel mojado.

Ciudades como Lisboa o Ámsterdam han tomado decisiones valientes, como limitar drásticamente el número de pisos turísticos o imponer sanciones severas a los que operan sin licencia. En España, en cambio, se siguen buscando soluciones a medias que no afectan realmente a los grandes inversores y especuladores.

¿Por qué? Porque el turismo es una de las principales fuentes de ingresos del país y ningún gobierno quiere enfrentarse a este lobby. El resultado: parches en lugar de soluciones reales. Y mientras tanto, miles de familias se ven obligadas a abandonar sus hogares.

 

Las soluciones pasan por el sector inmobiliario

A pesar de todo, hay soluciones. Y una de las más efectivas podría venir del propio sector inmobiliario. Las inmobiliarias pueden jugar un papel clave en frenar esta crisis del alquiler.

¿Cómo? VIP House, por ejemplo y sin ir más lejos, inmobiliaria en Barcelona, ciudad con gran turismo, nos explican que entre sus medidas, priorizan el alquiler de larga duración y ofrecen garantías a los propietarios.

Muchas veces, los dueños de pisos prefieren el alquiler vacacional porque les da más dinero y menos problemas. Pero, si las inmobiliarias gestionaran mejor los alquileres de larga duración, podrían ofrecer soluciones atractivas a los propietarios para que opten por inquilinos estables.

 

Por ejemplo:

  • Asegurar pagos puntuales con garantías.
  • Ofrecer servicios de gestión y mantenimiento del inmueble.
  • Promover incentivos para los propietarios que opten por alquileres largos.
  • Fomentar contratos más estables y evitar los de temporada.

Si las inmobiliarias apuestan por esto, podrían ayudar a cambiar la situación y devolver un poco de estabilidad a los residentes.

 

Limitar el alquiler turístico y proteger al inquilino

Si queremos frenar esta crisis, hay medidas que pueden marcar la diferencia. Algunas propuestas que podrían aplicarse de inmediato incluyen:

  • Limitar drásticamente las licencias de alquiler turístico en zonas tensionadas, y exigir que solo se puedan alquilar viviendas con licencia específica.
  • Regular los precios del alquiler con topes en función de la zona y el nivel de ingresos de la población local.
  • Aumentar los impuestos a las viviendas vacías y a los alquileres turísticos, para hacer menos atractivo especular con la vivienda.
  • Fomentar la vivienda pública y el alquiler asequible, garantizando que haya suficientes pisos disponibles para residentes, no solo para turistas.

No podemos seguir esperando que el mercado se autorregule, porque ya ha demostrado que solo beneficia a los más ricos. Es hora de que las ciudades sean para vivir, no solo para visitar.

 

¿Y ti, tienes problemas con el alquiler?

El problema del alquiler en las ciudades turísticas es una realidad que está expulsando a la gente de sus casas. Los alquileres vacacionales han disparado los precios, los propietarios prefieren ganar más dinero con los turistas y los vecinos de toda la vida se ven obligados a irse.

Si no se toman medidas, muchas ciudades se convertirán en parques temáticos sin residentes. Hace falta regulación, pero también soluciones desde el sector inmobiliario para fomentar alquileres más estables.

Porque vivir en una ciudad turística no debería ser un lujo inalcanzable para los que realmente la habitan.

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